martes, 23 de febrero de 2016

A mi hermano



Pintor

Era un muchacho tranquilo y sensato,
De los que ya no quedan,
Soñador y tímido,
Muy fácil de sonrojar.
Inseguro y sencillo,
Cumplidor de su trabajo.
Se dedicaba a pintar.

A pintar bellos paisajes,
Pequeños pueblos,
Flores frescas y marchitas,
Bodegones que parecían verdad.
Acostumbrado a estar solo
Sin una palabra amiga,
Sin dinero casi, ni goces,
Cuando sonreía era tan sincero
Que te hacía temblar.

Y pintaba y pintaba fácilmente,
Con la seguridad que no tenía para lo demás.
Grandes castillos, calles sombrías,
Árboles heridos, mares en tempestad……

Un día, llegó a su pobre y frío taller,
Una dulce joven,
De las que ya no debe de haber,
Tierna y sensible,
Preguntando por él.
Y él que no tenía costumbre de aquello,
Con gran educación,
La enseñó sus cuadros
Que ella miró con fascinación.

Pero le dijo que ya había comprado hacía meses uno,



Y esos mismos meses llevaba sintiendo,
Que debía encontrarle. Encontrar al pintor.

Se miraron un instante
Y enseguida entendieron
Que ella venía por el mensaje
De llamada de amor,
Que él dejaba plasmado en todos sus cuadros.

Y ella adivinó.










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